Carne de Diván

Purita carne de diván reunida bajo pre-textos educativos.

martes, julio 18, 2006

Viva el silencio/Juan José Millás


Siempre creí que vivir solo consistía en hacer lo que a uno le diera la gana, pero consiste justamente en lo contrario. El otro día, por ejemplo, puse en el periódico, contra mi voluntad, un anuncio por palabras que decía así: “Asturiano vicioso, piececitos pequeños, supermiembro garantizado. Llámame”. No soy asturiano, ni vicioso y calzo un 42. Lo copié todo de la sección de contactos. Además, odio esta clase de reclamos, no sé por qué lo hice. O quizá sí; por vivir solo. Cuando estaba con mi mujer, en lugar de hacer disparates veía la televisión, que es lo que de verdad me gusta. Pero entonces no lo sabía: entonces soñaba con una vida de aventuras nocturnas, me imaginaba recorriendo la Gran Vía a las doce de la noche, tomando unas copas aquí y allá, contratando prostitutas que, lejos de cobrarme, me entregarían la recaudación implorándome que volviera a visitarlas.

Luego nunca fui a la Gran Vía por la noche, me da miedo salir a esas horas, así que me quedaba en casa, igual que cuando estaba casado, viendo los programas que antes veía con mi mujer, sólo que sin poderle echar la culpa a nadie. A mi me gusta lo más tirado de la tele, pero con coartada, y la coartada entonces era ella. De manera que qué iba a hacer; un día arrojé el aparato a la basura porque me pareció que un soltero con tele es dos solteros, y puse el anuncio del asturiano vicioso. Enseguida empezaron a llamarme seres completamente repugnantes preguntando por el precio. Yo los mandaba a todos a la mierda, no se daban cuenta de que no era una cuestión de dinero, sino lo que de verdad necesitaba yo era amor o, mejor que eso, costumbre. Muchos matrimonios han fracasado por lo mal vista que está la costumbre cuando es la salsa de la vida. Mi mujer y yo estábamos habituados el uno al otro y ya no necesitábamos ni hablar. De hecho, cuando decidí separarme llevábamos un mes sin decirnos nada. La gente cree que los matrimonios tienen que hablar para mantenerse en forma, pero eso es mentira; se habla cuando no se tiene nada que decir. Yo en la oficina, por ejemplo, no paro de contar historias porque mis compañeros ni me van ni me vienen. Sin embargo, en la iglesia permanezco callado, porque las cosas que tengo que confesar a Dios son tan esenciales que sólo en el silencio se articulan.

De todo eso me doy cuenta ahora, claro. Cuando estábamos juntos, la odiaba porque creía que ella era la culpable de no hacer lo que me diera la gana, aunque no sabía qué es lo que me daba la gana, excepto lo de ir a la Gran Vía a contratar prostitutas, o dejarme contratar por ellas, lo que en el fondo no es más que una fantasía un poco tonta. Es importante, pues, que las parejas silenciosas no se dejan engañar por toda esa propaganda, que hasta la Reina, cuya obligación es ser neutral, ha dicho en el libro de Pilar Urbano que los matrimonios tienen que hablar, o sea, que la Monarquía se ha puesto también de lado de la conversación. De manera que si uno no habla acaba sintiéndose un bicho raro y tarde o temprano se divorcia.

Yo ahora hablo mucho, no paro, porque entre quienes me llaman hay también asturianos que llevan años en Madrid y echan de menos las brumas matinales o los chubascos vespertinos. A éstos les doy un poco de cuerda porque se refieren a Asturias igual que yo a mi mujer; como si se tratara de un miembro amputado. Pero uno no mantiene conversaciones con los miembros: yo al menos nunca les digo nada a mis dedos ni a mis antebrazos. De manera que, aunque nunca he hablado tanto como ahora, jamás me he sentido tan vacío, tan torpe. Echo de menos las horas que pasaba en el sofá viendo tele junto a ella; a veces, me acercaba la mano distraídamente y yo, tomándola entre las mías, le contaba mecánicamente los dedos, primero del pulgar al meñique, luego del meñique al pulgar, siempre con idéntico resultado. Daría cualquier cosa por dejar de ser un asturiano vicioso con supermiembro garantizado y volver al silencio del matromonio. Hay gente que sale por la noche porque no tiene con quien quedarse, del mismo modo que hay quien habla porque no tiene qué callar. Total, que a ver si promocionamos un poco el silencio. Por mi parte, no tengo nada que añadir. Muchas gracias.

5 Resongos:

A las 18 julio, 2006 19:38, Blogger José Antonio Galloso expuso en el diván

Saludos, niña traviesa...

 
A las 18 julio, 2006 23:24, Blogger Sofia expuso en el diván

¿Ahora por qué salí niña traviesa?

 
A las 19 julio, 2006 08:39, Blogger José Antonio Galloso expuso en el diván

jajaja, por nada, es solo que surgió natural al encontrar tu post en mis comentarios, me pareció una linda travesura. Besos.
Buen post.

 
A las 19 julio, 2006 19:12, Blogger ana sofia expuso en el diván

Es un muy buen cuento. Buena elección, Carnitas.

 
A las 05 agosto, 2006 19:34, Blogger N.K expuso en el diván

me gustan las frases finales, son muy ciertas-me voy tomàndolas,si no te molesta-. buen post!
me despido con un estrechón de manos:)

 

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